lunes, 20 de abril de 2009

La huelga de los conventillos




El lunes 20 de abril de 1936, los 800 obreros del Establecimiento textil Gratry de Nueva Pompeya se dispusieron a iniciar una huelga en reclamo de un aumento salarial y de la reincorporación de sus compañeros recientemente despedidos por una patronal que, en plena expansión de sus negocios, aducía una merma de la productividad. De esta manera, buscaba poner un velo a sus dos principales intenciones: disciplinar el descontento de sus trabajadores e introducir en sus talleres un mayor número de maquinarias que reemplazaran el trabajo humano. La tenaz negativa empresarial de satisfacer la solicitud de sus trabajadores generó que la huelga se extendiera por un plazo de cuatro meses, tiempo en el que los obreros recibieron la solidaridad de organizaciones gremiales y políticas y, en especial, de los vecinos y comerciantes de Parque Patricios, Villa Soldati y Nueva Pompeya, cuyas calles se transformaron en un verdadero campo de batalla ante la represión desatada por el gobierno nacional. El presidente Agustín P. Justo dispuso el aparato represivo del Estado para doblegar la voluntad de los huelguistas, incluyendo a los temidos cosacos, los torturadores de la Sección Especial para el Orden Social, matones y rompehuelgas reclutados del hampa porteña y la inestimable colaboración de la Liga Patriótica Argentina.
Gratry fue un fiel reflejo del capitalismo de su época: una MULTINACIONAL TEXTIL íntimamente ligada al IMPERIALISMO y al NAZI-FASCISMO, por cuyos intereses velaron nuestros gobiernos nacionales, y que basó sus tasas de rentabilidad en la EXPLOTACIÓN de sus trabajadores (obreras en su gran mayoría) con un férreo mecanismo de control social: dentro de sus predios se construían viviendas de condiciones muy precarias para ser habitadas por los obreros y sus familias. Éstos “satisfacían” una de sus preocupaciones centrales bajo un estricto control de su movilidad y la amenaza extorsiva de desalojo, si no atemperaban sus reclamos por mejores condiciones laborales, tal como ocurrió en la huelga de 1936 en el establecimiento de Pompeya.
Desde la conducción de la Unión Obrera Textil, los socialistas condujeron el conflicto. Sin embargo, las connotaciones de acción directa que adquirió la lucha nos permiten admitir una importante presencia anarquista. La misma FORA[i] impulsó algunos de los pliegos y condiciones presentados a la empresa.
Silenciada por la prensa burguesa, ocultada por la historia oficial e ignorada incluso por muchos historiadores que abordaron el Movimiento Obrero previo al peronismo, pervive en la memoria colectiva de nuestra barriada como “La huelga de los conventillos”. Fue allí, en esas viviendas lindantes a los talleres, en los que se mantenía detenida la producción, donde se constituyó el centro de resistencia de los huelguistas y hacia donde apuntaron los fusiles de la represión y el castigo de los patrones, quienes intimaron judicialmente a desalojarlas.
Entender lo sucedido en Gratry es comprender mejor el funcionamiento del sistema capitalista. Y comprender el Capitalismo es entender mejor nuestra realidad, la del mundo globalizado y la de nuestro arrabal, para que hoy y mañana hagamos una historia de dignidad y de lucha incesante, como supieron entretejer las trabajadoras de Gratry, por un mundo mejor, por una sociedad sin explotados ni explotadores.

[i] FORA, Federación Obrera Regional Argentina, fundada en 1901, arengó por el comunismo anárquico desde sus inicios.

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